martes, 6 de mayo de 2014

Álter ego

¿Tienes idea de lo loco que estás? 
- ¿Te refieres a la naturaleza de esta conversación? 
- Me refiero a tu naturaleza.” -No country for old men.















 Cada vez son más las personas, que sienten simpatía o de alguna manera se identifican un poco con algún villano de una película, ya sea por su personalidad inteligente y siniestra, o sus experiencias traumáticas alrededor de su vida. Entonces nos preguntamos, ¿por qué no sucede lo mismo con el “bueno” o con el personaje que está encarando todas las dificultades que el villano de turno deja a través de su aventura?; La verdad es que varias son las razones para que nos encariñemos con algún personaje de esta calaña, la primera puede ser, que ya estamos cansados de los arquetipos planeados hace mucho tiempo como en las películas de Disney, por poner un ejemplo, donde los malos son muy malos y los buenos son muy buenos, casi puros. Este tipo de nula complejidad, se nos hace sosa e infantil y no nos deja nada para pensar o debatir, ahora bien, sabemos que las personas reales somos mucho más complicadas, estamos llenos de matices y detalles que nos hacen únicos y diferentes a todos, lo que significa que igual queremos ver estos reflejos en las películas alguna que otra vez, porque también ver esto siempre sería muy aburridor y no siempre entenderíamos la visión del artista, esto se puede mezclar también con fantasía y el resultado final puede ser una obra maestra o por lo menos, algo que nos entretenga y nos permita pensar un poco más allá del contenido. Otro caso que se ve regularmente, es la estructura de los personajes, que gracias a la interpretación del actor y las lineas de este, hacen que sea un papel memorable. Pongamos el ejemplo de The Dark night de Christopher Nolan, a medida que corre la cinta, vemos cada vez más el desarrollo de personaje del Joker, poniendo en un segundo plano a el mismo Batman; es muy curioso que en la serie animada de los 90’s ocurría casi lo mismo con las apariciones de los villanos, teniendo su fuerte con los personajes secundarios, quizá esta sea una fórmula que funcione bien para tener enganchados a la mayoría de espectadores, ya que así se refuerza los posibles vacíos argumentales que existan dentro de la película con su personaje principal.


















La representación perfecta de un villano y todos sus matices, para mí, se la lleva Anton de No country for old men, sus apariciones nos dejan ver cada vez más la locura de su ser, y el carisma con que muchos se pueden identificar, y bien ¿por qué sentir admiración con un personaje así, que bien sabemos es un asesino frío y despiadado?; El hecho de que nos guste ver películas de super heroes o thrillers de acción, es porque de alguna manera nos queremos relacionar con su historia o sentirnos parte de la misma, nos apropiamos de las batallas de los “tipos buenos” o las frustraciones de los villanos, y así como estos, queremos mandar a la mierda los problemas que nos agobian. La relación que guardamos con los distintos personajes, es que todos poseemos diferentes motivaciones que nos hacen actuar y determinar qué tipo de personas somos, ¿buenas o malas? La realidad es mucho más complicada que eso.